Al cumplir 200 años de vida Republicana, Perú por primera vez en su historia, elige como presidente a un docente, rondero1 y campesino, el cual, fue haciendo carrera en la política hasta lograr vencer en un proceso electoral, a la hija del último dictador que ha tenido nuestro país.Simbólicamente es todo un acto heroico, enfrentado contra toda la maquinaria de medios de comunicación del país que se inclinaron claramente a favor de la hija del ex dictador, con pocos medios económicos y casi todo el empresariado en su contra. Sin embargo, fue apoyado por todas las localidades más pobres del país, varios científicos peruanos y otras personalidades, que por dignidad, fueron en apoyo de este docente rural.
Su partido político es incipiente y su principal líder está sentenciado por actos de corrupción; hoy por hoy, queda en la agenda de su grupo, examinar su futuro y posibilidades de alianzas con otros grupos políticos, pero, sobre todo, avizorar otro futuro para su movimiento. En este escenario, es interesante entrever un factor un poco olvidado, el factor religioso, tan presente en la primera vuelta electoral. En esta segunda, toda la derecha extrema peruana se dedicó a calificar a Pedro Castillo como un Comunista y Terrorista, el sector ultraconservador evangélico que vive más mirando a las misiones de fe de Miami que a su propio sentido de fe en Perú, secundaron esta visión; pero, hay que indicar que Castillo siendo católico, tiene una esposa evangélica, y como bien ha indicado el diario El País de España, en su tierra natal no solamente tuvo el apoyo de sus compañeros ronderos, sino, También de sectores religiosos2.
Aún no hubiera ganado de manera definitiva, Castillo ha marcado época en pleno proceso de celebración del Bicentenario de la Independencia peruana, nos ha recordado que la capital peruana, sigue alejada y tiene intereses muy dispares a la mayoría del Perú.
También hemos podido ver diversas formas de discriminación, una resaltante, el intento en curso de la hija del ex dictador, por desmerecer el logro de Castillo, tratando de impugnar las mesas de votación arguyendo cientos de supuestos entre los que lastimosamente destacan argumentos prejuiciados y cargados de discriminación, uno de ellos, tal vez uno de los más emblemáticos, indicar que en una mesa todos tenían el mismo apellido y por lo tanto, argumentaba que había existido ahí una forma de organización familiar para robar votos. Asunto que linda con lo ridículo cuando en las zonas rurales como en las urbanas, existen cientos de apellidos muy comunes, pero, la candidata y sus asesores relacionaron esto con familiaridad y contubernio de la población rural. Esto sabiendo incluso por los mismos medios que la apoyaron, existió un caso anecdótico trasmitido a nivel nacional el día de la votación, donde tres hermanos fueron al mismo tiempo miembros de mesa en plena capital peruana3.
Este proceso queda para la historia y para la reflexión de todo un país, aún sumido en la incertidumbre del resultado oficial de la elección pero, sobre todo en el resultado de un proceso de cambio en el país y de un proceso de reconciliación, entre peruanos pero, sobre todo con las múltiples culturas y la propia historia de un Perú que aún parece “el retrato de un país adolescente” como dijo hace varias décadas un connotado político y escritor peruano4.
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1 Forma de organización comunal para administrar justicia en los pueblos rurales del Perú.
4 Nombre del libro del escritor y político Luis Alberto Sánchez, que retrata en parte, una mirada importante de lo que aún existe en nuestro país.
Autor: Jorge Arboccó.
