Perfil de Corrupción y Criminalidad en el Perú

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Perú es un país de origen y destino de la trata de personas, siendo el principal impulsor la demanda interna. A pesar de los esfuerzos para combatir esto, las restricciones de la COVID-19 han dificultado la identificación y prevención de la trata, lo que ha dado lugar a nuevas formas de explotación utilizando la tecnología digital. Las redes criminales tienen como objetivo a los venezolanos vulnerables, pagando sus gastos de transporte, alojamiento y manutención para obligarlos a prostituirse y pagar cuotas. Las mujeres y los niños, en particular los indígenas, son las víctimas más frecuentes. La corrupción entre funcionarios exacerba este mercado criminal. El tráfico es más común en áreas cercanas a operaciones mineras ilegales. Los turistas de Estados Unidos y Europa también contribuyen al problema, explotando a las víctimas en zonas turísticas populares como Cuzco, Lima y la Amazonía peruana.

Perú también es un país de destino y tránsito para el tráfico de personas, particularmente de personas provenientes de Venezuela, Haití y países africanos y asiáticos, y de quienes buscan llegar a América del Norte. Hay informes de transporte ilegal de venezolanos a través de la frontera de Ecuador a Perú. El tráfico de personas es facilitado por conductores vinculados a empresas de transporte terrestre, particularmente en la ciudad de Tumbes y la región de Madre de Dios. Las redes criminales incluyen agentes de policía y funcionarios de migración que trabajan en puntos de control al otro lado de la frontera y facilitan actividades ilegales. La situación política actual en Perú puede someter a las personas objeto de tráfico ilícito a extorsiones, estafas y robos mientras intentan acercarse a sus puntos de conexión.

La extorsión y el crimen organizado de protección es un mercado criminal predominante en el Perú, que afecta a diversas industrias, entre ellas el transporte público, la construcción y el comercio. Los grupos criminales utilizan una variedad de tácticas, incluidas “cuotas de seguridad” y préstamos predatorios, para extorsionar a empresas e individuos. Estas prácticas han aumentado durante la recuperación económica tras la pandemia de COVID-19. Si bien los organismos encargados de hacer cumplir la ley han desmantelado varios grupos criminales y arrestado a sus miembros, la Policía Nacional del Perú recibió más denuncias de extorsión en 2022 en comparación con 2021, lo que indica que el problema sigue siendo una preocupación notable.

Comercio
Perú sigue siendo un país de tránsito para el tráfico de armas, con armas desde Estados Unidos y México transportadas a través de Perú hasta Ecuador y luego a Colombia. Este comercio ilícito de armas cuenta con el apoyo de grupos criminales organizados en todo el país, particularmente en relación con la producción de cocaína. Los beneficios del mercado benefician a los actores nacionales, ya que en el mercado negro se venden armas como pistolas, revólveres y escopetas de retrocarga. A pesar de un aumento de la violencia asociada con actividades criminales en todo el país, faltan políticas regionales para abordar la magnitud y el alcance del problema, y ​​la capacidad de la policía para investigar este mercado es muy limitada. La frontera entre Perú y Ecuador sigue desempeñando un papel importante para los traficantes de armas que buscan intercambiar armas entre los dos países.

Los productos falsificados son un problema importante en Perú, cuyo comercio se estima en cientos de millones de dólares. Los productos sanitarios, en particular los medicamentos, son una gran preocupación: casi una cuarta parte de los medicamentos vendidos en Perú son falsificados. La pandemia de COVID-19 también ha beneficiado al mercado de productos falsificados, y las autoridades llevan a cabo operaciones para impedir la entrada de productos farmacéuticos falsificados que podrían poner en peligro la salud de los pacientes. Además, la integración con grupos transnacionales en zonas fronterizas les ha permitido comerciar y traficar con productos falsificados a países vecinos. No hay evidencia que sugiera que el comercio ilícito de bienes sujetos a impuestos especiales prevalezca en el Perú.

Ambiente
Las actividades ilegales como la tala, la minería y el comercio de vida silvestre continúan alimentando la deforestación y amenazando a las comunidades indígenas en Perú. La tala es el delito de flora más común, asociado a otros delitos como el narcotráfico y la minería ilegal. La deforestación en Perú alcanzó niveles históricos durante la pandemia de COVID-19, y la mayor parte del comercio de madera es ilegal, lo que genera cientos de millones de dólares para las redes de tráfico. Los actores criminales explotan las zonas grises legislativas, manipulan el papeleo y evitan los puntos de control para vender directamente a los mercados locales o contrabandear madera a los países vecinos. Abordar eficazmente este delito es un desafío debido al extenso territorio del país.

En los últimos años, el tráfico de vida silvestre ha experimentado un aumento en Perú, y cada año las fuerzas del orden incautan miles de animales vivos. El comercio ilegal de aletas de tiburón en la frontera entre Ecuador y Perú sigue siendo problemático, con destinos que incluyen Estados Unidos, Europa y Asia. Los pueblos indígenas de la región amazónica capturan animales y los venden a intermediarios, quienes luego los venden a minoristas en los mercados locales o a coleccionistas internacionales. Las especies más traficadas en el Perú son aves, pequeños primates, animales de mayor tamaño, como el oso andino, vicuñas, monos y diversos felinos. Partes de animales, reptiles y anfibios también forman parte de este comercio ilícito. La vida silvestre se vende en los mercados locales sin una adecuada conciencia social del impacto negativo,

La minería ilegal de oro es una actividad criminal generalizada en Perú, con ganancias anuales que alcanzan miles de millones de dólares, lo que la hace más lucrativa que el comercio de cocaína en el país. Una quinta parte de las exportaciones de oro del Perú son de origen ilegal, y los actores criminales cobran a los mineros por escoltar maquinaria, productos químicos y oro a cambio de “paz y seguridad” en sus dominios. La mayoría de los grupos criminales involucrados en la minería ilegal son redes familiares, donde la corrupción es rampante y los funcionarios y fiscales facilitan la impunidad. Las regiones donde prevalece la minería ilegal también tienen una alta incidencia de trata de personas, particularmente para la explotación laboral sexual. El contrabando de oro extraído ilegalmente hacia otros países se ha vuelto más rentable en los últimos años, lo que ha aumentado aún más las preocupaciones.

Drogas
Las mafias de la droga peruanas exportan principalmente opio, ya que carecen de los laboratorios necesarios para procesarlo y convertirlo en heroína. Sin embargo, el cultivo de opio está aumentando en Perú, transportándose látex de opio desde las tres regiones diferentes: Piura, Cajamarca y Amazonas, hacia Ecuador. El mercado del opio se está expandiendo a otras regiones, como La Libertad, Junín, Cusco y Lima. Los actores nacionales se benefician del cultivo de opio y de la microcomercialización de heroína. Sin embargo, actualmente existen pocos incentivos económicos o geográficos para desarrollar este mercado ya que el cultivo de coca sigue siendo altamente rentable.

A pesar de las medidas policiales para disminuir las plantaciones de coca, Perú sigue siendo un importante país fuente de cocaína. La pandemia de COVID-19 y la caída de los precios del café han aumentado el cultivo de coca. Las operaciones que destruyen cultivos de coca sólo desplazan el comercio hacia otros territorios. En los últimos años, ha habido un aumento en la demanda y la producción de cocaína, con un aumento de la demanda internacional y un aumento de la producción. Las mafias serbias han desplazado a las mafias mexicanas y colombianas como actores que controlan el mercado en Perú, y Sendero Luminoso brinda seguridad a los cultivos en la región del VRAEM (Valle de los ríos Apurímac, Ene y Mantaro). La cocaína producida en el Perú se transporta casi exclusivamente al mercado internacional, a través de diversas rutas de envío internacionales.

Perú se ha convertido en un importante productor de marihuana, particularmente en la región de Huánuco, que ha sido una fuente importante para los vecinos Bolivia y Chile. La región del VRAEM, donde operan remanentes de Sendero Luminoso y traficantes de cocaína, también ha visto un aumento en las plantaciones de marihuana. Si bien el cultivo, transporte y venta de cannabis medicinal es legal en Perú, la mayoría de los casos reportados de incautaciones de marihuana en el país están relacionados con la comercialización de microdrogas. Pequeñas redes criminales atienden la demanda local de cannabis en Perú.

Perú también es un país de origen de la mayor parte de los insumos utilizados para fabricar drogas sintéticas, que luego se envían a Paraguay. Las redes criminales informales tienden a estar involucradas en las incautaciones de drogas sintéticas en Perú, y ha habido un aumento en el uso de estas drogas entre los jóvenes asistentes a las fiestas, particularmente en Lima. Las drogas populares incluyen 25I-NBOME y 2CB, conocida como ‘cocaína/cera rosa’, de Colombia. Los actores nacionales que transportan y microcomercializan las drogas se benefician del mercado de drogas sintéticas, con alguna posible participación de ciudadanos extranjeros.

Crímenes cibernéticos
Recientemente, Perú ha sido blanco de ataques cibernéticos de grupos internacionales del crimen organizado dirigidos a servicios de inteligencia e infraestructura crítica. Las fuerzas militares también han sido atacadas, lo que ha dado lugar a la filtración de información clasificada. Sin embargo, existe una transparencia limitada con respecto a la presencia y escala de los delitos cibernéticos en el Perú. La falta de capacidades tecnológicas sólidas en el sistema financiero y las instituciones estatales crea un terreno fértil para que florezcan estos delitos. El gobierno peruano no ha hecho una declaración pública sobre los recientes ataques, lo que genera preocupación sobre su capacidad para manejar los desafíos institucionales y tecnológicos del cibercrimen.

Delitos financieros
Los delitos financieros están aumentando, incluidas las estafas en línea, como el phishing y el fraude informático, que han experimentado un crecimiento exponencial en los últimos años. Los intentos de phishing se realizan con frecuencia a través de correo electrónico o mensajes de redes sociales, mientras que la evasión fiscal sigue siendo un problema frecuente en el país. El gobierno peruano también ha identificado numerosos casos de actividad irregular relacionada con malversación de fondos durante la pandemia de COVID-19. Sin embargo, actualmente no existe evidencia que vincule estos actos con el crimen organizado.

Actores criminales
La presencia de redes criminales es un problema importante en el Perú, particularmente en Lima y la Provincia Constitucional del Callao, donde se dedican a la microcomercialización de drogas, robos, extorsiones, trata de personas y delitos contra la flora. Estas redes también utilizan tácticas como la contratación de paramilitares para mantener el control sobre sus mercados criminales. Además, trabajan en conexión con mafias internacionales, particularmente de Serbia, Colombia y México, para procesar y transportar cocaína a Lima y regiones fronterizas. Algunos de estos grupos también tienen vínculos con actividades criminales dentro de las cárceles locales.

Las organizaciones criminales están profundamente arraigadas en el estado, y la mayoría de las investigaciones oficiales sobre grupos criminales encuentran cierto nivel de complicidad por parte de organismos encargados de hacer cumplir la ley, políticos e incluso jueces. Los agentes de policía peruanos han sido acusados ​​de brindar seguridad durante el transporte de mercancías ilícitas, incluidos animales y madera de origen ilegal, así como de brindar protección a delincuentes. La pandemia de COVID-19 ha exacerbado la corrupción en varias partes del país.

Muchos grupos criminales en Perú son pequeños y operan localmente. Grupos de estilo mafioso tienen un control significativo sobre ciertas regiones, como Loreto y Ucayali, donde se dedican principalmente al tráfico de madera, y la zona del VRAEM, que está controlada por los narcotraficantes y el grupo guerrillero Sendero Luminoso. Otros grupos criminales operan en todo el Perú, controlando territorios e infiltrándose en estructuras estatales mientras subcontratan algunos de los recursos que necesitan.

Perú también alberga varios grupos criminales extranjeros que se dedican al tráfico de drogas y otras actividades ilícitas. Las mafias balcánicas, por ejemplo, son fuertes en el país y son responsables del tráfico de cocaína desde Perú a Europa, con la ayuda de narcotraficantes locales. Las redes venezolanas participan en operaciones de trata de personas que tienen como objetivo explotar sexualmente a sus víctimas, mientras que otros grupos criminales extranjeros prominentes incluyen la mafia italiana y los cárteles colombianos, mexicanos y ecuatorianos. Estos delincuentes extranjeros dependen de actores locales para cultivar hojas de coca y transportar cocaína por todo el país.

La colaboración de empresas con actores criminales en Perú es fundamental en ciertos mercados criminales. En el comercio ilegal de oro, por ejemplo, los grupos criminales dependen de negocios legales dentro de la industria minera, así como de empresas locales. Estas empresas son actores clave en la cadena de suministro ilícita, ya que compran una cantidad notable de oro a mineros ilegales a precios considerablemente reducidos. Debido a una supervisión deficiente, las empresas pueden vender y exportar oro ilegal, encubriendo su origen mediante transacciones y documentos falsos. De manera similar, en el caso de la tala ilegal, se contratan empresas de transporte legales para trasladar los productos y se les proporciona documentación falsa sobre el origen de la madera. Estas empresas utilizan a personas con dificultades financieras para cobrar cheques para organizaciones criminales.

Liderazgo y gobernanza
El panorama político de Perú ha estado plagado de inestabilidad, y la actual presidenta enfrenta oposición y críticas generalizadas tras su nombramiento. La falta de legitimidad democrática en los poderes ejecutivo y legislativo del gobierno ha provocado protestas y llamados a que todos los políticos renuncien. El liderazgo político de Perú parece ser ineficaz en todos los niveles, con una capacidad débil para controlar e impedir el florecimiento de los mercados ilegales. Si bien se han aprobado algunas políticas para combatir el crimen organizado, no existe voluntad política o profesional para abordar de manera efectiva una cultura de ilegalidad que ha permeado a la sociedad peruana.

El poder judicial de Perú ha demostrado niveles impresionantes de independencia y resiliencia en casos de alto perfil, lo que ha hecho posible investigar y procesar a una serie de políticos de muy alto nivel. Sin embargo, Esto no parece ser un impedimento para la corrupción en el país, ya que numerosas élites políticas han enfrentado acusaciones de corrupción y violaciones de derechos humanos. Además, el acceso a la información en Perú es bastante bueno, aunque todavía no existe un organismo de apelación independiente.

Perú participa activamente en esfuerzos de cooperación internacional para combatir la corrupción y el crimen organizado. El país también ha celebrado varios tratados de extradición y, en general, se observa el cumplimiento de estos procedimientos. El país ha ratificado y puesto en vigor todos los tratados y convenciones pertinentes relacionados con la delincuencia organizada. Perú también ha implementado varias políticas y leyes nacionales para abordar el crimen organizado, el narcotráfico, el terrorismo y otras actividades criminales. Sin embargo, muchas de estas leyes no se aplican adecuadamente y los procedimientos penales tienden a ser débiles y lentos.

Justicia penal y seguridad
El sistema judicial en Perú es lento y carece de confiabilidad en relación con casos de crimen organizado que no son de alto perfil. Las notificaciones judiciales tardan mucho en entregarse a todas las partes involucradas. En los últimos años, el Perú ha creado los Tribunales Superiores de Justicia especializados en Delitos de Delincuencia Organizada y Corrupción de Funcionarios. Está compuesto por siete tribunales penales especializados, cuatro tribunales de apelación permanentes y tres tribunales de transición que se ocupan específicamente de casos de delincuencia organizada y corrupción. Las cárceles de Perú están superpobladas, un problema sustancial en todo el país.

Los recortes presupuestarios y las transferencias de funcionarios a otros departamentos han generado preocupaciones de represalias políticas y debilitado las investigaciones sobre corrupción y crimen organizado. A pesar de estos desafíos, la política nacional de Perú ha resultado en el desmantelamiento de varios grupos de estilo mafioso involucrados en asesinatos a sueldo, secuestros, extorsión y tráfico en todo el país. Sin embargo, la comunidad internacional y organizaciones civiles han informado de casos de uso excesivo de la fuerza por parte de la policía durante protestas masivas. La eficacia de la policía en la prevención y el control del delito es mínima, y ​​las restricciones presupuestarias limitan su capacidad para avanzar en la lucha contra el crimen organizado y el tráfico de drogas.

Grupos organizados han tomado el control de la frontera norte de Perú con Ecuador y las fronteras sur con Bolivia y Chile, apuntando a venezolanos, menores y peruanos para actividades de tráfico de personas. A pesar de la presencia de campos minados y cámaras con sensores de calor en la frontera de Chile con Perú, los contrabandistas han podido transportar a ciudadanos extranjeros utilizando documentación fraudulenta. La ubicación estratégica de Perú para el tráfico de cocaína, debido a su idoneidad para el cultivo de hoja de coca y sus vastas áreas no gobernadas, permite que florezcan grupos como Sendero Luminoso y clanes narcotraficantes. La frontera del país con Bolivia y Brasil proporciona acceso al creciente mercado interno de cocaína de Brasil y a las rutas de envío internacionales, y las autoridades informan de un aumento en la producción de cocaína en las zonas fronterizas.

Entorno económico y financiero
Se considera que el Perú tiene un riesgo bajo de lavado de dinero y financiamiento del terrorismo. El país ha realizado importantes mejoras en los últimos años en materia de prevención del blanqueo de capitales, incluida la aprobación del Plan Nacional. Sin embargo, a pesar de contar con marcos legales y políticas adecuados en materia de lavado de dinero, es necesario priorizar las investigaciones y aumentar los recursos para fortalecer la capacidad operativa y de gestión del Ministerio Público.

La economía informal en el Perú ha crecido y se ha vuelto más prevalente en múltiples sectores económicos. Perú también tiene algunos de los impuestos más altos de la región sudamericana, lo que incentiva a los mercados criminales a contrabandear mercancías. El crimen organizado prevalece particularmente en la costa norte del Perú, donde ha surgido en paralelo con el crecimiento económico. Empresas de todos los tamaños han sido víctimas de extorsión, especialmente en el transporte público, la construcción y el comercio. Este fenómeno se ha extendido por varias ciudades, desde Callao hasta Tumbes. La policía ha estado combatiendo la extorsión a través de “megaoperaciones” en las que participan todas las entidades encargadas de hacer cumplir la ley.

Sociedad civil y protección social
Perú reconoce la trata de personas y el tráfico de migrantes como crímenes contra la dignidad humana y proporciona medios para compensar a las víctimas. Sin embargo, los servicios de apoyo para las víctimas masculinas y LGBTQ+ siguen siendo limitados. La legislación nacional del Perú ofrece protección a testigos, víctimas y colaboradores involucrados en investigaciones del crimen organizado, incluyendo protección policial, cambio de domicilio y protección de datos personales. Sin embargo, se sabe que organizaciones criminales han matado a testigos protegidos.

El Ministerio del Interior de Perú ha introducido una Guía para la Prevención del Crimen Organizado, destinada a reforzar la lucha contra las organizaciones criminales y promover la seguridad ciudadana. Sin embargo, la eficacia de las iniciativas para prevenir el delito se ve obstaculizada por su implementación esporádica, falta de coordinación interinstitucional y recursos limitados.

Los periodistas en Perú enfrentan acoso judicial, abuso físico y verbal por parte de activistas políticos y una protección inadecuada a pesar de las garantías de libertad de prensa. Los defensores del medio ambiente han sido asesinados por actores vinculados al tráfico de drogas, la tala ilegal y la minería, lo que ha dado lugar a abusos contra los derechos humanos. Los actores no estatales que informan sobre la corrupción y las organizaciones criminales en zonas remotas se enfrentan a la violencia e incluso a la muerte. La agitación política y las manifestaciones violentas desde la destitución del expresidente Pedro Castillo han generado preocupación sobre posibles abusos contra los derechos humanos en el país. El acceso limitado a la información pública y la protección inadecuada de los periodistas, que enfrentan intimidación y abuso, agravan la situación.

Fuente: https://ocindex.net/country/peru

Foto: IDHEPUCP

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